Un lugar a donde ir, María Oruña

María Oruña se adentra en el espacio y en el tiempo con Un lugar a donde ir, la continuación de Puerto Escondido.

Hace unas semanas terminé la lectura de esta novela que ya se ha convertido en uno de los éxitos del verano. Y estoy convencida de que no se quedará ahí. No es la primera obra de María Oruña que leo ya que hace un par de años me adentré en Puerto Escondido, y me encantó. Como ya escribía hace unos días, estamos viviendo una época dorada en la novela negra española, lo que está logrando que no sólo se lea más sino que las rutas literarias estén formando parte de un nuevo tipo de turismo, uno que atrae a lectores de todos los rincones del mundo y que está haciendo que se descubran parajes y regiones que se habían tenido muy poco en cuenta. Así que me alegro de que realidad y ficción se mezclen, y que enriquezcan, aún más, el alma de todo aquel que se zambulle en un libro.

Sé que no es un comienzo muy usual para una reseña pero creo que sí merece la pena destacar que la lectura y la venta de ejemplares está viviendo un repunte que hacía falta desde hace tiempo. Y que leer ya no sólo se limita al rincón favorito de nuestra casa: ahora nos llevamos lo leído en la mochila, para recorrer los lugares por los que viven y se desviven nuestros personajes; organizamos las vacaciones buscando esa casa en la que se cometió el asesinato, o la colina en la que los protagonistas se besaron por primera vez, el edificio que sirve como escenario de una disputa familiar o, por qué no, reservamos mesa en el restaurante donde los personajes hacen planes. Así que aprovechemos.

Un lugar a donde ir es la segunda parte de Puerto escondido, y aunque a mí me encanta leer las novelas por orden, en este caso no es necesario. No se desvela nada esencial y la trama es independiente en ambas historias, excepto una parte. Mi recomendación es que se lea antes la primera, que por algo la escritora lo decidió así, pero sólo es un consejo.

Y ahora vamos a ver qué sucede en ese lugar al que ir. Los protagonistas de esta novela son la teniente de la guardia civil Valentina Redondo y el profesor universitario Oliver Gordon. La trama se desarrolla en Cantabria pero con ese apellido no es difícil imaginar que el citado profesor no procede precisamente de Santander: en la anterior novela llegó desde Londres para convertir una vieja propiedad familiar en un hospedaje rural, pero encontró algo que no buscaba en el camino. Esa es otra historia que se puede leer en Puerto Escondido. En este momento el hostal funciona y la relación entre Valentina y Oliver también. A pesar de todas sus diferencias y de los problemas a los que se enfrentan.

En esta ocasión la teniente tiene que resolver un caso muy especial: han encontrado a una mujer muerta en las ruinas de un antiguo castillo, en concreto en una mota, vistiendo ropas medievales y con una moneda muy antigua entre sus manos. Todo parece indicar que se trata de una puesta en escena muy elaborada pero la trama se complica cuando los resultados de la autopsia indican que no hay arma homicida sino que hay sustancia homicida: el método ya lo usaban los romanos y perduró hasta la Edad Media. No doy más detalles porque no quiero desvelar nada; tan sólo adelanto que es muy poco común y que la escritora ha tenido que llevar a cabo una labor de documentación titánica para narrar algo así. En medio de la investigación comienzan a aparecer más muertes, todas diferentes pero todas relacionadas entre sí: en torno a los cadáveres siempre hay una moneda muy particular.

Pero la novela, en realidad, tiene tres focos narrativos: por un lado los asesinatos que están teniendo lugar en distintos puntos de Cantabria y que Valentina investiga con su equipo, por otro, la búsqueda que Oliver lleva a cabo de su hermano desaparecido y, finalmente, los saltos al pasado en los que la autora nos habla de un grupo de investigadores que tienen en común la espeleología. Cada uno de ellos tiene una especialidad: arqueología, fotografía, geología, antropología… pero cada cierto tiempo se reúnen para llevar a cabo investigaciones relacionadas con la tierra y con la historia. Todo va bien hasta que un accidente en el Sótano de las Golondrinas rompe la armonía. Me llamó tanto la atención este pozo en el que sitúa la acción María Oruña que no me quedó más remedio que buscar información e imágenes del mismo para visualizar aquello que la autora estaba describiendo. Y la descripción es magistral: consigue que el lector se adentre en el pozo, que salte, que se deslice por la roca, que escuche el sonido de las golondrinas, que note la profundidad de las entrañas de la Tierra.

Poco a poco van apareciendo personajes y las tramas se van uniendo en un engranaje perfecto que no deja nada al azar. Todo sucede por una razón, y es de los más sorprendente.

En definitiva, una novela muy recomendable llena de ingredientes atractivos: historia de asesinatos en suelo patrio, con una teniente que va a tener recorrido (estoy segura) y un profesor muy curioso que seguirá dando mucho juego, leyendas medievales, paisajes subterráneos, Comillas, Santander y Suances.

María Oruña ha trabajado mucho en una historia muy bien documentada, llena de datos interesantes dosificados con precisión: ha sabido encontrar el tan difícil punto exacto donde se halla la virtud, manejando la información sin atosigar al lector con todo lo que ella ha aprendido pero proporcionando, al mismo tiempo, unos instrumentos novedosos que permiten elucubrar a quien tiene el libro en sus manos. Activa en las redes sociales, mima a sus lectores como si fueran amigos, y eso se agradece mucho. Ya está trabajando en su siguiente novela y, desde este pequeño espacio que habito, la espero con muchas ganas.

Un lugar a donde ir un-lugar-a-donde-ir-maria-oruña

María Oruña

520 páginas

Ediciones Destino

5 comentarios en “Un lugar a donde ir, María Oruña

  1. Yo también estoy de acuerdo con lo de las rutas literarias, acabo de terminar El silencio de la ciudad blanca, ha sido un no poder parar, como me ha enganchado, conozco Vitoria y ha sido como volver a sus calles de nuevo, que viajecito. Gracias. Un besazo.

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    1. Yo no conozco Vitoria pero, después de leer El silencio de la ciudad blanca, tengo muchísimas ganas de ir. Y lo mismo sucede con los libros de María Oruña. El próximo viaje al Norte!! ☺️

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