Encuentro con Dolores Redondo

Hace unas semanas tuvo lugar en Segovia el Hay Festival y desde hace cuatro años nunca falto a la cita: volver a casa siempre es un placer y si además encuentras un festival de Literatura, mucho mejor. Me parece todo un privilegio que tenga lugar en Segovia, es una ciudad pequeña pero rica en arte y en historia, y también en gente maravillosa: de todo esto puedo dar fe porque es mi cuidad, allí nací y allí pasé los primeros dieciocho años de mi vida. Y siempre la echo de menos. Cada año, la última semana de septiembre, se llena de autores conocidos y reconocidos, se recitan poemas en jardines de ensueño y se susurran versos por la calle. Pero sin lugar a dudas lo que más gente mueve son las charlas con los escritores. Es tal la oferta que resulta imposible acudir a todo, es irremediable seleccionar, y este año lo tuve claro: Dolores Redondo y Fernando Aramburu. Vayamos con la primera.

Tenía que venir, porque este está siendo su año. Después del éxito cosechado con su Trilogía del Baztán, ganó el Premio Planeta. Aunque ya ha perdido la corona, que ha pasado a Javier Sierra con El fuego invisible, estoy convencida de que Todo esto te daré seguirá encontrando lectores en el futuro. Porque es una novela que reúne todos los requisitos para triunfar: es entretenida, misteriosa, se ubica en una zona fascinante y vuelve a intervenir lo sobrenatural. Pero el encuentro no versó únicamente sobre la novela que la hizo alzarse con el galardón más cuantioso de las letras hispánicas.

Cuando le preguntan por su trayectoria ella es consciente del instante de éxito que está viviendo, pero parece mantener los pies en la tierra en todo momento: se muestra humilde, y afirma que esto que está recogiendo ahora no es algo que explota de pronto sino que es el fruto del trabajo y del esfuerzo constante, de los ratos interminables en soledad frente a una pantalla de ordenador. Pero siempre tuvo claro cuál era el fin: tenía que llegar a los lectores. En ningún momento se le pasó por la cabeza que aquello que estaba escribiendo era un ejercicio de introspección que acabaría en un cajón, Dolores Redondo escribía para que la leyeran. Y su sueño se hizo realidad. Poco a poco al principio, con una novela negra que se situaba en un pueblo de Navarra, con una inspectora llena de fantasmas como protagonista y con mucha ilusión, los lectores la fueron conociendo, el boca a boca empezó a funcionar y a día de hoy la primera parte de la trilogía ya se ha llevado al cine y las otras dos se están preparando.

Afirma que escribe porque lee: desde pequeña siempre estaba con un libro en las manos, incluso cuando ella no podía descifrar lo que contenía (en esos momentos buscaba a un adulto y le pedía que le leyera el libro), hasta que descubrió que si aprendía a leer se le iba a abrir un mundo de posibilidades ante los ojos. Benditas lecturas de la niñez, que nos convierten en adultos críticos. Y le gusta escribir, disfruta del proceso de escritura, cuando se queda en casa, sola. Siempre le ha gustado pero no siempre se lo ha podido permitir, al principio tenía que robarle horas al sueño por no quitárselas al trabajo, sin saber en aquel momento si sus historias llegarían a algo. Ahora es escritora profesional, es plenamente consciente de la suerte que tiene por poder dedicarse a lo que más le gusta en el mundo, pero yo no creo que sea una cuestión de suerte, esta es una historia de constancia y de no rendirse nunca. Dice que “para escribir tan sólo tienes que tener algo que contar”.

Está muy comprometida con el fomento de la lectura y eso la ha llevado a una gira que ha durado prácticamente un año visitando e inaugurando Ferias del libro y reuniéndose con clubes de lectura. Sabe de la importancia de las bibliotecas, de la gente que lee “de prestado” y a ellos les ha dedicado mucho tiempo. Durante su infancia y su adolescencia, si no hubiese sido por la biblioteca, ella no habría podido leer todo lo que leyó y, con toda seguridad, hoy no sería la escritora que es. Sabe que la leen lectores de todo tipo y de todas las edades, y es una de las cosas de las que más orgullo siente.

El curso pasado elegí su novela, El guardián invisible, como lectura para la última evaluación con mis alumnos. Parecía que lo teníamos todo en contra porque leer esta novela implicaba dejar de leer otras obras obligatorias que no consideré oportunas ni adecuadas. Me la jugué. Y salió bien: el último día de la semana lo dedicábamos a comentar los capítulos que habían leído, me daban su opinión sobre los personajes, sobre las tramas, elucubraban sobre qué era lo que le había pasado a la protagonista cuando era pequeña o qué podría suceder. Prácticamente todos leyeron la novela, incluso los que no leían nada. Muchos de ellos continuaron con la trilogía y les encantó. Se lo contaron a sus padres y estos también leyeron los tres libros; otros visitaron el verano pasado el valle del Baztán, para ver si todo era tan mágico como lo imaginaban, y volvieron entusiasmados. Una profesora de Literatura no puede pedir más. Pero lo hubo: el día de mi cumpleaños, en junio, un grupo de alumnos consiguió ponerse en contacto con la autora y cuando estábamos en plena clase sonó un teléfono y todos me dijeron que era para mí. Dolores Redondo me llamaba para felicitarme y yo no pude contener las lágrimas. Con sus novelas consiguió que mis alumnos supieran de qué trataba un club de lectura y eso fue la semilla que hizo posible que ahora nos reunamos cada quince días.

Al final del encuentro contó que está sumergida de lleno en un nuevo proyecto que muy pronto verá la luz y del que no desveló absolutamente nada. Y mucho mejor así, la sorpresa será mayor dentro de unos meses.

Una autora constante, respetuosa con el oficio de escribir, que mima a sus lectores y que pronto tendrá nueva novela. Sólo me queda recomendar que os asoméis a alguna de sus obras si todavía no lo habéis hecho, porque merece mucho la pena.

Un comentario en “Encuentro con Dolores Redondo

  1. Me he emocionado al leer como se las ingeniaron tus alumnos para que recibieras la llamada de Dolores Redondo.
    Siembra y recogerás. Eso te ha ocurrido con los chavales.
    Que suerte para Segovia tener un festival literario como ese. Que siga por muchos años mas.

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