Forges

Hay semanas que deberían pasar como segundos y días en que es mejor no levantarse de la cama, con la esperanza así de no enterarse de nada. Eso me sucedió a mí ayer y supongo que a muchos de los que hoy estáis leyendo estas líneas. Porque ayer se despidió para siempre una parte de la historia de este país: ayer se fue Antonio Fraguas, Forges. Y digo una parte de la historia porque él supo plasmar como nadie quiénes somos: cada día, con su viñeta, nos ponía ante un espejo que reflejaba nuestras vergüenzas y también las mayores virtudes. No dejó tema sin tocar y sin dibujar: educación, política, feminismo, corrupción… y siempre lograba sacar una sonrisa en el rostro de aquellos que nos asomábamos a la página de opinión de El País.

Pero no pretendo que esto sea una biografía o un homenaje; pretendo plasmar mis recuerdos, aquellos que tienen forma de viñeta. Yo lo descubrí de adolescente, cuando empieza a descubrirse todo y pronto comencé a coleccionar esos pequeños recuadros en los que siempre aparecían personajes con gafas, que caminaban de perfil y soltaban sentencias como losas. Siempre hubo en mi pared de universitaria un recorte sujeto con una chincheta, y lo miraba cada día para no claudicar. Poco a poco esa pared se fue llenando de artículos, canciones, dibujos, poemas, lágrimas, muchas risas y todo lo que una chica de veinte años que se ha ido a otra ciudad a estudiar Filología puede tener en su haber. El caso es que durante años estuve comprando El País para poder ver su viñeta; Patri y yo lo hojeábamos hasta llegar a la primera sonrisa del día.

Pero también tengo recuerdos duros, muy duros. El 12 de marzo de 2004 toda España salió a la calle bajo una lluvia que no cesaba armada sólo con paraguas y con mensajes escondidos tras dosieres de plástico, para que no se estropearan. A los «basta ya» y «no tenemos miedo» que aquella tarde vi entre la multitud segoviana se unió esta viñeta que esa misma mañana recorté y amplié para que saliera conmigo:

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Desde hace catorce años la tengo clavada en la memoria, cada detalle, y cada vez que la veo vuelve el nudo al estómago, la rabia y las ganas de llorar.

Por aquel entonces empezó mi época «cantautor»: yo había sido siempre muy de Sabina, y eso no ha cambiado, pero un tal Luis Eduardo Ante apareció en mi vida y durante unos años creo que no escuché otra cosa. Me costó muchísimo tiempo pero al final conseguí esa maravillosa rareza que se llama Forgesound, en la que unos cuantos cantantes se pusieron de acuerdo para ponerle letra y música a las viñetas de Forges. El resultado son unas delirantes y divertidísimas canciones que hoy no pasarían el filtro de lo políticamente correcto, pero que, en 1976, se recibieron como agua de mayo. Ahora cualquiera puede escucharlas en Youtube, pero a principios del 2000 era un poco más difícil.

Hace unos años, Patri, mi amiga Patri, mi compañera de correrías en la facultad, mi hermana, me regaló una joya que en la últimas veinticuatro horas se ha revalorizado de un modo hiperbólico: uno de los tomos de Historia de Aquí, la visión de Forges de lo que este país hizo y fue, de la España de pandereta pero también la de los valientes. Este ejemplar en concreto va desde el Desastre del 98 hasta la Segunda República y, junto con los libros de Eslava Galán, es uno de los que más me han enseñado de esa época apasionante, triste y romántica de nuestra Historia.

He visto sus dibujos en bibliotecas, oficinas, institutos, ayuntamientos, hospitales… creó personajes, su estilo es tan inconfundible que con sólo ver la forma del bocadillo ya sabes que es suyo, era un maestro con las palabras, a él le debemos el bocata que merendábamos cada tarde de nuestra infancia. A él le debemos la sonrisa, la reflexión, la lágrima y el silencio.

Que la tierra te sea leve.

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Entrevista a Forges, Luis Eduardo Ante y Miguel Munárriz en1976.

4 comentarios en “Forges

  1. Se me ha puesto la piel de gallina al leer esto…Es precioso y refleja el sentimiento de muchos hacia esta terrible pérdida. Yo a penas pude vivir a Forges, pero siempre será un punto de referencia en nuestras vidas. Precioso artículo

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    1. Muchísimas gracias por tus palabras! Me alegro de que te haya gustado. Supongo que a veces tan sólo hay que escribir lo que nos dictan los sentimientos.

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