Tea Rooms, Luisa Carnés

Primera lectura de Luisa Carnés, y no va a ser la última, porque sus Trece cuentos ya me están esperando. No suelo hacerlo, pero la ocasión lo merece: esta vez voy a comenzar por la autora. Quizá porque muchos de vosotros es la primera vez que leéis su nombre; que nadie se extrañe, ha sido una desconocida durante demasiado tiempo. Pero la editorial Hoja de Lata está publicando su obra, y eso se agradece, y mucho. Si no conocéis su publicaciones, pasad por su página web: vais a encontrar auténticas maravillas.

Yo no me perdono no haber sabido nada de esta autora hasta hace unos meses; puede que para un profano en la materia no sea grave, pero os aseguro que una profesora de Literatura no puede cometer una falta así. En mi defensa, que no la merezco, diré que nunca me hablaron de ella, ninguno de los profesores que tuve durante cuatro años de carrera y uno de doctorado dijeron una palabra sobre esta mujer que escribió al mismo tiempo que lo hacían Lorca, Alberti o Luis Cernuda. Así que vamos a solucionarlo.

Nacida en 1905 y perteneciente a una familia de clase obrera, Luisa Carnés fue una absoluta autodidacta. Sus estudios se reducen a unos cuantos años en un colegio de monjas, pero nunca dejó de leer y escribir. Pasó por diferentes empleos que le sirvieron de inspiración para sus obras: un taller textil, un salón de té, pero fue su trabajo como mecanógrafa el que le abrió las puertas de la Literatura. Justo antes de la Guerra Civil trabajó como periodista para varios medios escritos y estuvo a las órdenes de Chaves Nogales. En 1939 embarcó rumbo a México y nunca volvió. Su vida se truncó en la carretera un 8 de marzo de 1964 cuando volvía de dar un discurso por el Día de la Mujer.

Quizá fue por el exilio, quizá porque nunca se relacionó con la élite cultural española del momento, en cualquier caso, fue silenciada durante muchos años. Hasta ahora.

Tea Rooms tiene un argumento muy sencillo: la vida de varias mujeres que trabajan en un céntrico salón de té de Madrid contada durante unos cuantos meses. Sin embargo, la problemática que plantea es bastante compleja: cada mujer tiene su historia particular, y ninguna es fácil. Entramos por primera vez en el salón de la mano de Matilde, en su primer día de trabajo. Es una chica espabilada y aprende pronto cómo funcionan las cosas, quién manda y quién no, qué es lo que tiene que hacer y cuándo ha de callar, que es casi siempre. Lo cierto es que no cobra mucho, su jornal de tres pesetas se va en un suspiro. Eso es lo que ganan todas y es mejor no quejarse, puede perder el trabajo. Pero Matilde siente que algo está cambiando, su mente se revuelve con las injusticias que ve y que vive cada día, y cada vez le cuesta más estar callada. Además, parece que hay una huelga que está al caer.

Antonia lleva tanto tiempo trabajando en el salón que ya no recuerda cuándo empezó, conoce a todo el mundo: a las chicas que trabajan con ella, a los camareros, a los repartidores que les llevan los productos, a la encargada, al jefe. Sabe qué hacer en cualquier situación, a ella acuden todas cuando tienen dudas o problemas y siempre protege a las chicas. Pero últimamente no salen las cuentas y cada vez con más frecuencia falta dinero de la caja…

Marta tiene arrojo suficiente para que la contraten incluso cuando no necesitan a nadie más. Cada peseta que gana tiene que dosificarla y convertirla en millones, pero jamás se imaginó trabajando en un sitio tan elegante. Si ahorra lo suficiente quizá pueda comprarse un par de zapatos.

Laura es la ahijada del jefe, y su llegada pone en alerta a todas las empleadas, no vaya a ser que se le escape algo y le vaya con el cuento a su padrino. Pero ella tiene otras cosas en la cabeza, es joven, se siente a gusto consigo misma y últimamente hay un cliente de los de la tertulia que la mira más que a las demás…

Esta historia llena de historias está narrada de un modo espectacular: sostenida con diálogos certeros logra introducir al lector en la conversación, en el salón, en el Madrid de 1934. Se perciben los olores del café y la bollería, se nota la miseria que convive al lado del lujo, se escuchan las voces distintivas de esas mujeres tan diferentes que conviven todos los días excepto la tarde que les corresponde librar. Cada vida es distinta y al mismo tiempo estoy convencida de que narra la de tanta gente; es imposible saber cuántas Matildes, Martas, Antonias o Lauras hubo y cuántas habrá. Porque Tea Rooms nos pone un espejo ante los ojos y a mí me ha hecho pensar en que puede que en algunos aspectos no estemos tan lejos de aquel año 34 que se diluye en el tiempo. Continúa la precariedad, las jornadas interminables mal pagadas, el ya clásico “no te quejes, que al menos tienes trabajo”, y el silencio, un profundo silencio que hace casi un siglo Luisa Carnés quiso expulsar con sus palabras.

Es una novela directa, se lee en un suspiro, pero también es de las que se clavan, de las que dejan herida. No es recomendable, es obligatoria.

Tea Rooms Tea Rooms

Luisa Carnés

256 páginas

Hoja de Lata (colección Sensibles a las letras)

Si queréis conocer más sobre Luisa Carnés echad un vistazo a este artículo de El País.

2 comentarios en “Tea Rooms, Luisa Carnés

  1. No puedo estar más de acuerdo contigo. También es mi primer libro de esta autora y también me ha impactado. Su prosa, su ritmo, esas historias entrelazadas en el salón de té a cual más dura. Y el hambre y la miseria que pasan las empleadas mientras están rodeadas de dulces me ha llegado muy dentro. No hay que olvidar el ambiente de lucha de clases que muestra el libro.
    Muy muy recomendable una obra escrita por una mujer autodidacta.
    Gracias por el enlace al artículo para conocer un poco más a esta gran escritora.

    Le gusta a 1 persona

    1. Hola Teresa!
      Para mi ha sido todo un descubrimiento. El hecho de que haya estado tanto tiempo silenciada casi me angustia… Tiene una prosa muy particular, rica, sincera, directa y al mismo tiempo llena de matices. En fin, que me ha encantado.
      Gracias por pasarte y comentar tus impresiones.
      Un abrazo.

      Me gusta

Deja un comentario